sábado, 7 de febrero de 2015

Confusión útil.

Como comenté en la entrada anterior, surgió el tema de la confusión útil en clase y creo que es un tema muy interesante.

Creo que a los seres humanos por naturaleza nos gusta tener las cosas claras, ponernos metas, objetivos, vivir con certezas: de que tenemos comida, tenemos ropa, etc. Aunque realmente no podamos tener la seguridad de que al día siguiente vamos a seguir teniendo lo mismo. Pero necesitamos tener "bases sólidas". Por eso, cuando perdemos alguna de nuestras bases sólidas o simplemente vemos que se tambalea pasamos miedo, angustia, temor, tristeza, etc. ¿Existe alguna persona que no se haya sentido así cuando haya perdido algo que pensaba que no iba a perder nunca? O ¿existe alguien que no tenga nada como "seguro" y que viva en una completa incertidumbre? ¿Puede ser alguien feliz si no tiene nada claro y vive en una continua confusión?

Considero que está bien el hecho de que necesitemos tener esas cosas claras, tener la seguridad de que existimos y que nos relacionamos, que las cosas son como nosotros las percibimos, etc. Pero a la vez, está bien que haya cosas que no son seguras, que haya momentos de confusión en los que nos replanteemos muchas cosas: si estamos dirigiendo nuestra vida de tal manera que lleguemos a donde teníamos planeado, si estamos haciendo lo necesario para alcanzar nuestras metas, si las cosas son cómo pensábamos o estábamos equivocados, etc. Esto es lo que hemos denominado confusión útil, es decir, aquella confusión que sirve para algo, que nos ayuda a realizar cambios necesarios en nuestra vida, o cambios que simplemente hemos decidido llevar a cabo para probar cosas nuevas y mirar la vida desde otra perspectiva.

Además, esta confusión útil es la que llevó y lleva a los científicos a investigar, a los investigadores, a toda la gente que inventa cosas nuevas, etc. La confusión útil nos mueve a actuar, a cuestionarnos, investigar y explorar hasta que esa confusión desaparece, pero no porque nos hayamos rendido y hayamos dejado de pensarlo, sino porque hemos encontrado soluciones o porqués. Creo que sería inútil si no hiciésemos nada con esa confusión, o si la utilizásemos para desanimarnos, hundirnos y provocar que todo a nuestro alrededor pierda sentido indefinidamente.

Esta cuestión es muy profunda y complicada, pero creo que más o menos se puede entender el concepto y se puede reflexionar al respecto.

1 comentario:

  1. Hola Elvira,

    Genial esta cuestión que planteas (como el resto... reconozco que me tengo que poner al día con mucho de lo que habéis escrito).

    Ayer una compañera compartía conmigo su investigación en curso. Es sobre relaciones entre emociones y aprendizaje. Y me he acordado de ello ahora leyéndote.

    Algo que ella se pregunta es cómo poder atender, cómo notar, cuando alguien hace algo a partir de su emoción, más allá de ser su propia emoción. La cuestión sería cómo sientes tu propia emoción, tu forma de estar en este momento en el mundo. Dicho llanamente, no es lo mismo sentirse confundido y ya está, que hacer algo a partir de tu confusión, utilizarla.

    Y es curioso porque parece que hoy en día esto de la confusión tiene mala fama, la duda tiene muy mala prensa, y, vaya por donde, es ahí justamente donde podemos encontrar situaciones óptimas para aprender. Qué paradoja, ja!

    Gracias por compartir estas reflexiones, Elvira. Probablemente esta cuestión haga acto de presencia en más momentos a lo largo del curso, pero por ahora no me enrollo más con esto...

    Un saludo
    David

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