Tanto Paulo Freire como Nelson Mandela, nos están dejando ver que nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo (como dijo Mahatma Gandhi), tenemos que educar a los niños de modo que puedan ser críticos y saber si el mundo es como ellos quieren que sea, qué pueden hacer para mejorar las cosas, etc. Cada uno tenemos nuestro papel en la sociedad, incluidos los niños, así que tenemos que demostrarlo con hechos, porque es muy fácil y muy bonito decirlo, pero es importante llevarlo a la práctica. Tenemos que adaptarnos a sus necesidades, que ellos vean por nuestro ejemplo que es importante que nos ayudemos unos a otros y nos facilitemos las cosas, que es mejor ser amigos y cooperar,... Tenemos que transmitirles valores, enseñarles cosas prácticas, que todo lo que aprenden es para su provecho y su crecimiento personal, y además, deben ver que todo esfuerzo tiene su recompensa, y que ayudar a otros a veces parece que nos quita tiempo, pero cuando nosotros necesitemos ayuda puede ser que deje de parecernos una pérdida de tiempo. Tengo clara una cosa, y es que hay que TRATAR A LOS DEMÁS COMO QUEREMOS QUE NOS TRATEN. Esa es la regla de oro en mi familia, y he podido ver que cuando se cumple se vive mucho mejor.
Obviamente no hay un único camino, de hecho hay infinitos caminos para llegar a un mismo punto. Mi abuelo me estuvo hablando el otro día de el pensamiento lineal y el pensamiento arborescente, me parece un tema interesantísimo, y realmente es sobre lo que acabo de explicar, que hay muchos caminos para llegar a un mismo lugar. Hay distintos modos de pensar, diferentes modos de relacionarse, distintos razonamientos, etc. Eso no hace que unos sean más válidos que otros. Por lo tanto, debemos enseñar a los niños desde pequeños que cada persona es de un modo distinto, que realmente no existen dos personas iguales en todo, y que hay muchas cosas en el mundo y ninguna es igual a otra (por las experiencias, por las cosas que han sufrido, por las vivencias, etc.), por lo tanto, los niños deben aprender a apreciar esa diversidad desde pequeños, y es nuestro trabajo ayudarles. Sin olvidad que nosotros les enseñamos, pero que son ellos los que escogen.
Y por último, no debemos perder nunca de vista la siguiente afirmación:
Tenemos que conseguir transmitir nuestra pasión por la Educación a nuestros alumnos, para que ellos también se apasionen por aprender.
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